martes, 30 de mayo de 2017

LA REVOLUCIÓN CULTURAL: La destrucción del estado de derecho V. El marxismo cultural no debe gobernar

V - El marxismo cultural no debe gobernar

Los movimientos posmodernos (la ideología de género, la censura, la corrección política, el feminismo) conforman un enjambre, decidido a destruirlo todo por la promesa de un mundo donde los débiles sean felices, donde los insectos y los seres de orden superior sean sus iguales. Esto, porque en el fondo consideran que ser humano consiste en ser un cuerpo sujeto tan sólo a causas externas.

Aunque los débiles se agrupen en manadas, aunque formen el grupo más numeroso, aunque quieran usurpar el lugar que los creadores ocuparon en el pasado, es vano su proyecto porque los creadores van a erigir monumentos nuevos, porque se van a sustraer a lugares solitarios donde no pueden alcanzarnos y porque en sus pensamientos, no pueden ni tan siquiera rozarlos.

El "nosotros" del enjambre es tan absurdo que no tiene evidencia alguna que lo respalde o lo justifique, más que su violencia material, que sin dudas puede contrastarse empíricamente pero que nunca lo legitima frente a la razón, no hay ningún proceso lógico que demuestre la preexistencia de la conciencia de grupo por sobre la conciencia individual y previa a ésta. Supone el instinto enfermo de un débil que no soporta la certeza de su existencia aislada y sólo puede sobrellevarla disolviendo su voluntad en un proceso colectivo. Es claro que la violencia neomarxista ejercida sobre la cultura no resiste una revisión hehca a la luz de las condiciones mínimas en que es posible la vida cívica en el marco de un estado de derecho.

Por ello, la vida cívica, como esfera de las libertades individuales no puede ser gobernada por animales, ya busquen privilegios, la preservación de su cuerpo o la realización de dogmáticas fantasías sociales, sin tener en cuenta las ajenas libertades individuales. Si los miembros de la mayoría agrupada se comportan como animales, entonces no deben gobernar.

La única existencia de la que podemos tener alguna evidencia es la que reza "yo, aquí y ahora" y la única necesidad que atraviesa la existencia aquí y ahora es la regla moral universal, aquella que todos deben seguir si actúan racionalmente, nunca la regla del capricho, la regla de la inclinación emocional o la regla de comportarse como un animal (claro, qué más da comportarse de cualquier manera si al fin y al cabo son todos iguales).


Es mejor ser libre con dolor que un esclavo con placer. E inclusive, el hipotético placer de ser un esclavo que ofrece el marxismo es dudoso. Además, los hombres no son iguales.

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