IV - La paradoja de la cultura total
Se supone que el marxismo cultural
quiere eliminar las fuentes de opresión cultural y liberar a los
grupos culturales oprimidos de la sujeción a que los someten los
grupos culturales dominantes.
Pero yo veo una flagrante paradoja en
el totalitarismo de la cultura total.
¿Por qué paradoja? Porque este
pensamiento de colmena que es la cultura total, esconde en el fondo
algo opuesto a una concepción total del universo, o sea a concebir
la existencia individual como parte de una totalidad de orden
superior, lo cual no sería para nada inconsistente con un
individualismo cultural, del espíritu, de las ideas que acepte la
necesidad la vida social para la supervivencia.
El pensamiento de colmena oculta en su
núcleo un egoísmo basado en la identificación con el cuerpo y
consiguientemente, como lo hacen todos los que se identifican con su
cuerpo, con la primacía de los intereses asociados a la preservación
de la existencia material, consecuencia lógica del materialismo que
impregna la ideología de la izquierda.
Aunque hable con la voz de la colmena,
aunque piense con el pensamiento de la colmena, el marxista cultural
en su fuero interno considera que la concreción de su capricho
egoísta es más importante que la preservación de la colmena:
simplemente la usa para obtener ventajas frente a los que lo dejarían
atrás en un regímen de comportamiento exterior a la colmena. Porque
sólo puede desear la totalización de la colmena aquel cuyos
intereses sólo se pueden realizar a través de ésta.
Sin embargo, en cualquier momento la
mente del enjambre, que no se controla a si misma sino que es
controlada por la fuente de sus estímulos, puede prescindir de sus
miembros en base a consideraciones instrumentales, como Mao, Lenin y
Stalin prescindieron de la existencia de millones. Porque la
identificación de la existencia con la materia tiene como
consecuencia la prescindibilidad de la vida individual en beneficio
de un sistema material más grande que, como resultante de un
complejo entramado de procesos materiales, no tiene ningún tipo de
conciencia y que, si bien no tiene su auto-conciencia bien puede ser
dirigido, precisamente porque no la tiene, porque todo lo que carece
de consciencia se mueve en virtud de causas externas.
Por lo tanto, la conclusión de la
revolución cultural significa la sustitución de un esquema de
comportamiento anterior, presumidamente opresivo, por un regímen de
comportamiento colectivo y total, sin autoconciencia, controlado
desde fuera.
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